En el corazón de La Vera, en la provincia de Cáceres, se encuentra Jarandilla de la Vera, un pueblo que combina historia, naturaleza y encanto. Con su impresionante Parador , un castillo del siglo XV que acogió al emperador Carlos I, y una serie de monumentos que narran siglos de historia, este destino ofrece mucho por descubrir.
Rodeado de montañas y atravesado por la Garganta Jaranda, es ideal tanto para quienes buscan explorar su patrimonio cultural como para quienes disfrutan de la belleza natural. ¿Qué ver en Jarandilla de la Vera? Acompáñanos en este recorrido para descubrir sus rincones más emblemáticos y las historias que esconden.
Pues no son pocos los atractivos que podemos encontrar alrededor de su principal punto de interés, su Parador, que es probablemente lo que hace más famosa a esta localidad, que nosotros hemos visitado varias veces como todos los pueblos de La Vera.
Un poco de historia para saber por qué visitar Jarandilla de la Vera
Para conocer Jarandilla de la Vera, es fundamental remontarse al 11 de noviembre de 1556. Ese día, el emperador Carlos I de España (V de Alemania) llegó al Castillo de los Condes de Oropesa, en su camino hacia el Monasterio de Yuste para retirarse. Este castillo, ahora convertido en Parador Nacional, es el principal monumento que visitar en Jarandilla de la Vera y un testigo de su ilustre pasado.
Sin embargo, la historia de Jarandilla es mucho más antigua. Fue fundada en tiempos de los celtíberos y más tarde los romanos dejaron su huella con puentes, calzadas y necrópolis que aún pueden encontrarse en la región.
En el siglo XIII, la localidad pasó a manos de Don Garcialvarez de Toledo, Maestre de la Orden de Santiago, y posteriormente a los Condes de Oropesa, convirtiéndose en un territorio de nobles y señoríos.
Un paseo por Jarandilla de la Vera
Comenzamos nuestro recorrido junto al Parador Nacional, que es un buen punto de partida tanto si te alojas allí como si vienes en coche, ya que puedes dejarlo cerca. La visita se inicia en el emblemático Castillo de los Condes de Oropesa, que impresiona nada más llegar al pueblo.
El Castillo de los Condes de Oropesa
El primer punto de interés en nuestro recorrido es el Castillo de los Condes de Oropesa, una imponente fortaleza que te sorprenderá cuando lo divises al llegar a Jarandilla. Construido en el siglo XV por orden de Fernando Álvarez de Toledo, el III Duque de Alba, se levantó después de que Jarandilla se integrara en el Condado de Oropesa, marcando el inicio de una etapa de esplendor para la localidad.
Este castillo es famoso no solo por su arquitectura, sino también por haber acogido al emperador Carlos I en su camino al Monasterio de Yuste. Durante su breve estancia en 1556, el emperador pasó varios meses en sus habitaciones, recuperándose de un viaje agotador, lo que añade un toque histórico fascinante al lugar.
Un consejo para su visita
El mejor momento para visitar es al atardecer, cuando la luz dorada ilumina las murallas y se obtiene una vista espectacular del entorno.
Aunque en el siglo XVII el castillo empezó a perder su importancia original, en el siglo XX fue cuidadosamente restaurado y convertido en Parador Nacional, dándole un nuevo uso como hotel histórico. Hoy en día, sus jardines, su patio de armas y sus torres ofrecen un ambiente que transporta a otra época, invitando a los visitantes a imaginar la vida cortesana y los eventos que tuvieron lugar entre sus muros. No es raro escuchar relatos de antiguos huéspedes que afirman haber sentido la presencia de los fantasmas de la historia al recorrer sus pasillos.
Hacia la Plaza de la Constitución
Desde el Parador Nacional, ubicado a las afueras del centro histórico, comenzamos un paseo por Jarandilla de la Vera dirigiéndonos hacia su corazón: la Plaza de la Constitución. Para llegar, tomamos la Calle Cuesta de los Carros, una vía que desde sus inicios nos sumerge en la atmósfera tradicional de la localidad.
Al comienzo de la calle, se alza la Iglesia de San Agustín, que en su momento formó parte de un convento agustino fundado en 1602. A lo largo del tiempo, ha sufrido transformaciones, pero su robusta presencia nos recuerda la importancia que tuvo en la vida religiosa y social de Jarandilla.
Al final de la calle, se abre la Plaza de la Constitución, el punto de encuentro donde la vida del pueblo late con fuerza. En su centro, una hermosa fuente se erige como símbolo del lugar, rodeada de edificios históricos, entre los que destacan el Ayuntamiento y el Museo de los Escobazos, que alberga la historia de la popular fiesta local.
Un dato curioso
En la Plaza de la Constitución, se cuenta que hace décadas se organizaban competiciones de bailes y juegos tradicionales, donde los lugareños mostraban su destreza en danzas típicas y demostraban su talento en la música folklórica, convirtiendo la plaza en un lugar de celebración.
Cada 7 de diciembre, este rincón cobra vida con hogueras y «escobones» en una celebración que mezcla tradición y devoción, y que se ha convertido en una de las fechas más esperadas por los jarandillanos. Si tienes la suerte de visitar durante el puente de diciembre, no te pierdas este espectáculo único.
La Iglesia de Santa María de la Torre
En uno de los extremos de la Plaza de la Constitución se encuentra el principal templo religioso de Jarandilla de la Vera: la Iglesia de Santa María de la Torre. Su aspecto imponente se debe a su origen como iglesia-fortaleza, construida entre los siglos XII y XIII sobre un antiguo castro celta. Esta ubicación estratégica, sobre un promontorio, no solo le confiere una apariencia majestuosa, sino que también habla de su función defensiva en tiempos pasados.
En el interior, destaca el retablo barroco con la figura de la Virgen de la Inmaculada, rodeada de nubes y querubines, y un Crucifijo de marfil filipino del siglo XVI que añade un toque exótico a la decoración del templo.
La pila bautismal merece una mención especial por su peculiar decoración con una cruz gamada, símbolo que ha suscitado muchas interpretaciones y que, en realidad, conecta con culturas mucho más antiguas, como la india, donde representa la buena fortuna.
Los alrededores de la Plaza de la Constitución
Tras visitar la plaza, es momento de sumergirse en las calles más estrechas y pintorescas de Jarandilla de la Vera. Salimos por la Calle Machín, que se encuentra frente al Ayuntamiento, y nos adentramos en una zona con encanto rural, donde la arquitectura tradicional de la comarca cobra protagonismo. Las casas de piedra con balcones de madera nos acompañan en este recorrido lleno de historia y curiosidades.
En esta calle se levanta un arco de apariencia árabe, aunque su construcción data de 1755 y tiene una historia interesante: fue levantado para corregir la inclinación de una casa que se desplazó tras el gran terremoto de Lisboa de aquel año. Es fascinante imaginar cómo un evento ocurrido a cientos de kilómetros dejó huella también aquí, en Jarandilla.
La Casa de la Muñecas
Antes de llegar al arco, encontrarás una peculiar casa azul, conocida como la Casa de las Muñecas. Aunque su aspecto exterior no sea especialmente llamativo, su historia es, cuanto menos, intrigante. Este edificio se utilizó como burdel durante la estancia de Carlos I en Jarandilla, para el entretenimiento del séquito imperial. Hoy, la casa nos recuerda un capítulo poco común en la historia del pueblo, que, sin embargo, no debe ser olvidado.
Entre los edificios históricos de la zona, se encuentra el antiguo Hospital para Pobres Transeúntes, que tuvo un papel crucial en la atención de viajeros y necesitados.
La Ermita de la Virgen de Sopetrán
Al final de la Calle Machín encontramos el Hospital de San Juan Bautista, del siglo XVI y que atendía a los enfermos locales convirtiéndose en uno de los lugares más importantes de la historia de Jarandilla. Dejándolo a la izquierda continuamos por la Calle Hernán Cortés para llegar a la Picota que recuerda el poder que ejercían los señores feudales sobre sus vasallos.
Pero lo más importante que te encontrarás en este lugar se encuentra tras la picota y no es otra cosa que la Ermita de la Virgen de Sopetrán, que es la patrona de Jarandilla de la Vera. Su portada no te dirá mucho pero es imprescindible acceder a su interior y disfrutar de una decoración realmente espectacular tanto en sus techos como en la cúpula.
Su retablo de estilo rococó nos dejó sin palabras la primera vez que lo vimos. Y desde aquí os recomendamos que lo tengáis ante vuestros ojos y lo disfrutéis. La imagen de la Virgen de Sopetrán que se encuentra sobre la hornacina principal es también una auténtica obra de arte a la que se debe dirigir tu mirada.
Parque La Aliseda
Para terminar el recorrido urbano puedes volver sobre tus pasos, o seguir otra ruta alternativa (por la Calle Caldoria, por ejemplo, que es justo en la que estaba el Hospital de San Juan Bautista) para disfrutar aún más de la arquitectura de Jarandilla de la Vera y acabar nuevamente al lado del Parador de Turismo. Junto a él se encuentra el Parque La Aliseda.
Hemos dejado el Parque La Aliseda para el final ya que la intención es que tras disfrutar del paseo te relajes allí y disfrutes de su tranquilidad. Total, tenías que volver igualmente si dejaste allí el coche o si te alojas en el Parador.
En el Parque La Aliseda encontrarás fuentes, espacios infantiles y un bonito estanque desde el que se tienen unas vistas geniales del Castillo de los Condes de Oropesa. El bar en el centro del estanque, accesible por dos puentes, es perfecto para hacer una pausa y recargar energías.
La Garganta Jaranda
El recorrido por Jarandilla de la Vera no estaría completo sin conocer su entorno natural más emblemático: la Garganta Jaranda, un impresionante curso de agua que atraviesa el paisaje montañoso y ofrece rincones perfectos para disfrutar de la naturaleza. Esta garganta, alimentada por las aguas que bajan de la Sierra de Gredos, forma piscinas naturales y cascadas que invitan a un refrescante chapuzón en los meses de verano, cuando el calor aprieta.
A lo largo de la garganta, se encuentran varios puentes históricos que añaden un toque pintoresco al paisaje. El Puente Parral, de origen medieval, destaca por su arco de piedra, que ha resistido el paso del tiempo y sirve como un mirador natural desde donde contemplar las aguas. También está el Puente de Palos, más pequeño pero igualmente encantador, rodeado de vegetación y con senderos cercanos que invitan a la exploración.
La zona es popular para el senderismo, con rutas que bordean la garganta o se adentran en los bosques circundantes, ofreciendo vistas espectaculares de la comarca y la Sierra de Gredos. En el camino, es posible encontrar antiguos molinos de agua, testigos del uso tradicional de los recursos naturales por los habitantes de la zona.
Visitar la Garganta Jaranda permite complementar el descubrimiento del patrimonio cultural de Jarandilla con la belleza natural de sus alrededores. Ya sea para un paseo, un baño o simplemente para relajarse y disfrutar del paisaje, es una parada imprescindible para quienes quieran experimentar la esencia de Jarandilla de la Vera.
Un rincón de historia y belleza natural
Jarandilla de la Vera es un destino que encapsula la riqueza de la historia y la belleza natural de la provincia de Cáceres. Cada rincón de este pueblo cuenta una historia que merece ser descubierta. La combinación de su patrimonio cultural, con monumentos que datan de siglos pasados, y su entorno natural, ideal para el senderismo y la exploración, lo convierte en un lugar perfecto para aquellos que buscan una experiencia completa.
Visitar Jarandilla no solo es un viaje al pasado, sino también una oportunidad para conectarse con la naturaleza y disfrutar de la hospitalidad de sus habitantes. Cada momento en este encantador pueblo se convierte en un recuerdo imborrable.
Así que, la próxima vez que busques un destino que combine historia, cultura y naturaleza, piensa en Jarandilla de la Vera. La magia de este lugar te espera, prometiendo un viaje inolvidable lleno de descubrimientos y sorpresas.
Puedes encontrar más información en la página oficial de turismo de Jarandilla de la Vera.
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