En la Semana Santa de 2023, ya sin ninguna restricción por la crisis del coronavirus hicimos una visita a una de las ciudades más turísticas de Europa y, sin duda, de las más bonitas. Hablamos de Barcelona, una ciudad que recorrimos en 6 días y aunque nos dejamos mucho por ver, sí que visitamos lo más importante.
Este viaje a Barcelona era también el primero que hacíamos a una gran ciudad desde que teníamos 2 hijos pues hasta ahora siempre habíamos ido a ciudades pequeñas o a zonas rurales.
Aquí tenéis nuestro diario de viaje de 6 días a Barcelona, detallando todo lo que vimos y que esperamos que os sirva de referencia por si queréis hacer un viaje similar.
La preparación del viaje
Nuestro viaje de Madrid a Barcelona lo hicimos en nuestro coche. Aunque el tiempo del trayecto es mucho mayor que si viajas en tren de alta velocidad, las ventajas de viajar en coche, sobre todo cuando vas con niños compensa. Y además así podemos también ver otros lugares por el camino.
Como es costumbre reservamos el hotel en la página de hoteles.com, que es nuestra web de referencia gracias a sus ventajas, sus precios y las noches gratis que te dan con su programa de fidelización. El hotel elegido fue el Novotel Sant Joan Despí, que en realidad no está en la misma ciudad de Barcelona pero se encuentra muy cerca. Casi en la puerta puedes coger el tranvía que te lleva.
Además, si no quieres usar el transporte público, algo muy recomendable, puedes ir en coche en unos 10 minutos hasta alguno de los parking del centro de Barcelona y dejarlo allí. Nos hubiera gustado alojarnos en algún hotel más céntrico pero estamos en una ciudad muy turística con mucha demanda y los precios eran desorbitados y más si necesitas una habitación para cuatro personas.
Respecto al hotel, decir que está muy bien preparado para ir con niños, que son muy bien recibidos y disfrutaron mucho. Todavía no estaba abierta, pero su piscina es un aliciente por si viajas en verano.
Día 1. El viaje hasta Barcelona. Visita a Montblanc
De Madrid a Barcelona hay más de 600 km por lo que tuvimos que madrugar bastante y parar a desayunar en el camino. Además, pretendíamos visitar uno de los pueblos más bonitos de Cataluña y comer allí, Montblanc.
Antes de mediodía llegamos a Montblanc, una auténtica maravilla de la provincia de Tarragona y capital de la Conca del Barberá. Como decíamos antes, viajar en coche te permite conocer pueblos como este durante el trayecto hasta o desde el destino. Muy cerca de Montblanc se encuentra el famoso Monasterio de Poblet, pero cerraba antes de que llegáramos y su visita lo dejaríamos para otra ocasión.
Dar un paseo por Montblanc te lleva hasta otra época gracias a sus calles medievales, su muralla, sus casas señoriales, sus iglesias y su castillo. Comimos en un restaurante de la Plaza Mayor y disfrutamos del paseo y su visita antes de emprender camino a Barcelona.
Tras poco más de una hora llegamos por fin a nuestro hotel. Por cierto, os damos un consejo, cuando hagáis una reserva no pongáis tildes en vuestros nombres y apellidos. Nunca nos había pasado pero resulta que no encontraban nuestra reserva y cuando ya pensábamos que íbamos a tener que dormir en el coche, el recepcionista por fin la encontró. Resulta que el sistema había convertido las tildes a caracteres especiales y no se encontraba por el nombre.
Como estábamos cansados del viaje y nos quedaban muchos días por delante, decidimos cenar en el hotel y dar un pequeño paseo por los alrededores del hotel, una zona que tampoco es que tenga mucho interés.
Día 2. La zona del Puerto de Barcelona y el Cosmocaixa
Llegó nuestro primer día completo en Barcelona y tras un suculento desayuno en el hotel nos dirigimos hasta la ciudad para visitar la zona del Puerto de Barcelona. Allí, en un puesto de información turística compramos la Barcelona Card Family, una tarjeta turística pensada en las familias.
Con la Barcelona Card Family puedes acceder a 10 lugares especialmente atractivos para los niños y además tienes transporte público ilimitado durante el tiempo de validez. Nosotros compramos la de 3 días y nos dio tiempo a acceder a 7 atracciones. Las tarjetas son caras, todo hay que decirlo, pero entre las 7 entradas y los trayectos en transporte público nos salió más barato que habiéndolo gastado por separado.
Nuestra primera visita fue Monumento a Colón, a la que se sube a través de un pequeño ascensor no apto para claustrofóbicos. Como llegamos allí justo a la hora de abrir pues no tuvimos que esperar cola. Desde arriba se tienen unas vistas geniales de los alrededores pero si el ascensor te parece claustrofóbico, el mirador no se queda atrás porque además de ser pequeño, tienes la sensación de estar como inclinado. Pero merece la pena.
Tras bajar, nos dirigimos al Acuario de Barcelona, uno de los mejores acuarios de España. A nuestros hijos les encantan los acuarios y hemos estado en casi todos los de España. Y este les pareció genial.
Nuestro siguiente destino fueron Las Ramblas, que recorrimos disfrutando de su ambiente, sus puestos y ese encanto especial que tiene esta zona de Barcelona. Por allí se encuentra el Museo de Cera, nuestro siguiente destino. Fuimos poco convencidos pero como se encontraba entre las atracciones de la tarjeta turística decidimos entrar.
Y fue una gran decisión porque nos encantó gracias a su gran ambientación y la gran calidad de sus figuras. Aunque nos duela decirlo, mucho mejor que el de Madrid. A la salida comimos en un restaurante italiano de la zona y tras recorrer nuevamente Las Ramblas, nos desplazamos hasta el norte de la ciudad para visitar un museo muy interesante, el Museo de la Ciencia Cosmocaixa.
Este espectacular museo dedicado a la ciencia es uno de los grandes desconocidos de Barcelona, probablemente por encontrarse fuera de las zonas turísticas. Pero su visita es altamente recomendable. Es un museo interactivo en el que los niños disfrutan, y lo más importante, aprenden muchísimo sobre muchos temas relacionados con la ciencia.
Y sin duda, lo que no hay que perderse es el Bosque Inundado, una recreación de una selva amazónica que es uno de sus grandes atractivos.
Tras un día muy intenso, en el que visitamos 4 de las 10 atracciones de la Barcelona Card Family volvimos al hotel para descansar y prepararnos para el día siguiente, que también prometía ser muy intenso.
Día 3. El Paseo de Gracia y la Barcelona modernista
Amanecía un nuevo día en Barcelona con mucha ilusión por las maravillas que nos esperaban por disfrutar. Nuestra primera visita era la Casa Batlló. La entrada la teníamos a las 11h por lo que antes tuvimos tiempo de recorrer el Paseo de Gracia admirando sus edificios modernistas, como la Casa Milá, la Casa Lleo Morera o la propia Casa Batlló pero también hay otras muchas menos conocidas a las que dirigir la mirada.
Y en el Paseo de Gracia también se encuentra una tienda, imprescindible si vas con niños, la de Lego. Sin duda, uno de los lugares que más disfrutaron los niños pero también para adultos porque es un auténtico paraíso para los aficionados a estos divertidos bloques de construcción.
A las 11h ya estábamos en la cola de la Casa Batlló. Teníamos la entrada más cara, la Gold, por lo que nuestra cola era la más pequeña y fuimos los primeros que entramos. La entrada Gold te da acceso a un espectáculo inmersivo sobre Gaudí, bastante prescindible, y a una tablet de realidad virtual que en realidad te cuenta lo mismo que la audioguía pero en la pantalla puedes ir viendo lo mismo que en la realidad…pero sin gente.
Y es que precisamente lo que no faltaba en la Casa Batlló era gente. Riadas de personas visitando la misma casa recorriendo sus habitaciones y sus escaleras. Puedes pensar que tener la entrada Gold y entrar el primero es una ventaja. Pero no, resulta que como primero tienes que ver el espectáculo inmersivo prescindible y esperar que te den la tablet, cuando te unes al resto del recorrido pues ya han entrado los de las entradas más baratas y te mueves con la marabunta.
Decir que la Casa Batlló es impresionante. Te quedas sin palabras al verla. Pero con tanta gente no se puede disfrutar. Y eso que las entradas son extremadamente caras. Por cierto, al final del recorrido una «experiencia 360» también prescindible, y esta además para todos, no solo para los Gold.
Tras salir y respirar, cogimos el Metro y nos dirigimos hasta una de las maravillas modernistas de Barcelona, el Recinto Modernista de Sant Pau, un antiguo hospital cuyos pabellones han sido restaurados y habilitados para poder admirar su arquitectura y conocer su historia. Una visita realmente recomendable y que también está incluida en la Barcelona Card Family.
Nos encantó esta visita, con mucha menos gente y tras salir y ver por primera vez a lo lejos la Sagrada Familia, nos fuimos a comer a un restaurante chino de la zona antes de continuar con nuestra visita a Barcelona volviendo al centro de la ciudad y recorrer el Barrio Gótico.
El Barrio Gótico de Barcelona es una joya urbanística que merece la pena recorrer, siendo la parte más antigua de la ciudad construido sobre lo que fue la antigua Barcino, la urbe romana. Disfrutamos de sus plazas, como la Plaza de Sant Jaume donde se encuentra el Ayuntamiento y el Palau de la Generalitat, o la Plaça del Rei, sin duda de lo mejor que ver en Barcelona.
Y aquí se encuentra también la Catedral de Barcelona, a la que entramos para admirar su arquitectura, su claustro y subir a las cubiertas a las que se puede llegar en un ascensor y tener unas vistas diferentes de la ciudad. Al salir, y tras perdernos en las callejuelas del Barrio Gótico volvimos a Las Ramblas y finalizamos nuestro recorrido en la Plaza de Cataluña, uno de los lugares más animados de la ciudad.
Y así finalizaba nuestro tercer día en Barcelona.
Día 4. Montjuic y El Born
Llegábamos al ecuador de nuestro viaje y la primera parte del día la íbamos a dedicar a un lugar mágico, la Montaña de Montjuic, en donde se encuentran una gran cantidad de atracciones turísticas para todos los gustos.
La visita a esta zona la comenzamos en la Plaza de España, uno de los lugares más emblemáticos de Barcelona y desde donde se tienen unas vistas geniales de la Avenida de la Reina María Cristina, con las 2 torres de su comienzo y con el espectacular edificio del Museo Nacional de Arte de Cataluña al fondo. Sin duda, una imagen que se queda en tu retina.
Hasta allí caminamos, y aunque no entramos en el museo dejándolo para una siguiente visita, nos dirigimos al cercano Poble Espanyol, otro de los lugares turísticos de Barcelona que no te puedes perder. Se trata de un museo arquitectónico al aire libre donde se encuentran más de 100 edificios representativos de toda la geografía española.
Y también se encontraba una exposición dedicada a los héroes de Marvel, que fue lo que más gustó a los niños. Un buen comienzo del día antes de seguir nuestro recorrido por Montjuic.
Para subir hasta el Castillo de Montjuic tienes varias opciones pero nosotros elegimos la que quizás es la menos conocida y más barata (salvo ir andando) que es coger el autobús 150 que te lleva hasta él dejando a un lado el Anillo Olímpico, que posiblemente es uno de los lugares que más nostalgia nos provoca para los que ya tenemos una edad y recordamos los Juegos Olímpicos de 1992.
Desde el Castillo de Montjuic y sus alrededores se tienen unas vistas geniales, por un lado del Puerto de Barcelona y por otra del centro de la ciudad, sobre todo desde los Jardines del Mirador desde donde intentábamos encontrar todos los lugares que ya habíamos visitado y aquellos que todavía nos quedaba por conocer.
Con el autobús 150 volvimos a bajar de Montjuic antes de dirigirnos hasta El Born, una de las zonas de moda de la ciudad, donde se encuentra el Mercado del Born y el Museo del Chocolate, otra de las atracciones incluidas en la Barcelona Card Family y que tanto gusta a los amantes del alimento por excelencia favorito de los más golosos.
El museo es pequeño pero en él te cuentan su historia a la vez que admiras figuras hechas de chocolate, como una réplica de la Sagrada Familia. Y como curiosidad, la entrada, que en vez de papel es una chocolatina que debes conservar hasta su salida venciendo la tentación de comértela antes.
Tras la comida, nos perdimos por sus calles disfrutando sobre todo de la Calle Montcada y del Mercado de Santa Caterina, cuyo principal atractivo es su tejado, que desde la calle no se puede admirar pero que se intuye. Es una zona repleta de museos, como el Museo Picasso, al que no fuimos por no quedar entradas y también donde se encuentra otra de las grandes joyas de Barcelona y visita imprescindible, la Basílica de Santa María del Mar.
Visita la Basílica de Santa María del Mar fue una de las mejores experiencias que tuvimos en Barcelona. Sin duda, impresionante. Un templo que no defrauda, tanto su interior como su exterior, no pudiendo parar de hacer fotos.
Así acababa el día y también la validez de nuestra tarjeta turística. Habíamos visitado 7 atracciones y nos hubiera gustado ir a las 10 pero no teníamos más tiempo.
Día 5. La Sagrada Familia y La Barceloneta
Se nos acababa el viaje a Barcelona y todavía no habíamos ido a su monumento más famoso y visitado, la Sagrada Familia. No lo habíamos hecho porque la entrada, comprada semanas antes, era para este día. Entrada, por cierto, bastante cara, como casi todo en Barcelona pero menos mal que los niños aquí entran gratis. De todas formas, aquí hay que entrar, cueste lo que cueste. Merece la pena.
Antes de entrar no parábamos de hacer fotos a la Fachada del Nacimiento, por donde se encuentra la entrada a su interior. A la hora señalada en la entrada pudimos acceder tras pasar varios controles que parecían de un aeropuerto y por fin nos encontrábamos dentro admirando sus columnas y sus vidrieras. Estar aquí te deja sin palabras.
Había estado ya en la Sagrada Familia hace muchos años, tantos que…no había techo. Solo estaban las fachadas y dentro todo en obras. Lo bueno de visitar un monumento en construcción es que cada vez que lo haces descubres elementos nuevos. La salida del templo se hace por la otra fachada, la de la Pasión, que es también impresionante. Como así lo será cuando la finalicen la Fachada de la Gloria, que será su fachada principal.
Tras esta visita inolvidable cogimos un autobús y nos dirigimos hasta la antigua Villa Olímpica donde destacan la Torre Mapfre y el Hotel Arts, dos torres idénticas que se han convertido en un símbolo de la ciudad. Allí se encuentra también en Puerto Olímpico y las playas de Barcelona que comenzamos a recorrer hasta llegar a la Playa de la Barceloneta donde los niños disfrutaron como nadie.
Tras comer en uno de los numerosos restaurantes que hay frente al mar volvimos caminando tranquilamente hasta la zona de Las Ramblas, admirando el Teatro del Liceo o el Mercado de la Boquería y acabar nuevamente en el Paseo de Gracia para volver a la tienda Lego que tanto había gustado a los niños unos días antes.
Volvimos al hotel donde cenamos y descansamos antes de afrontar nuestro último día en la Ciudad Condal, en la que todavía nos quedaba por visitar otro de los lugares imprescindibles.
Día 6. Excursión a Manresa y Sitges. El Parc Güell
La visita estrella de nuestro último día de nuestro viaje de 6 días a Barcelona era el Parc Güell pero no teníamos entrada hasta las 19h, única hora disponible que quedaba cuando días atrás compramos las entradas. Es un lugar muy visitado y demandado.
Pero este día decidimos hacer una excursión en coche a 2 de las ciudades más bonitas de los alrededores de Barcelona. Había varias candidatas, como por ejemplo Vic y los pueblos bonitos de la Comarca de Osona, pero nos decidimos por Manresa y Sitges.
Para llegar a Manresa dejas a un lado Montserrat, a donde hubiéramos deseado ir pero teniendo en cuenta que era Viernes Santo lo más probable es que estuviera a reventar de visitantes por lo que decidimos dejarlo para otro día. En su lugar fuimos a Manresa, un lugar desconocido para mucha gente pero que merece una visita.
¿Qué hay de interés en Manresa? Te lo estarás preguntando. Pues allí tenemos fundamentalmente dos puntos de interés. Por un lado la Cueva de San Ignacio, el lugar a donde se retiró San Ignacio de Loyola para rezar y ayunar tras su visita a Montserrat.
Es efectivamente una pequeña cueva sobre la que se ha construido un enorme edificio neoclásico donde se encuentra una iglesia de estilo barroco. En esta iglesia no hay que perderse los mosaicos que la decoran y que hacen un recorrido por la vida de Jesús.
El otro lugar que hace que una visita a Manresa merezca la pena es la Colegiata Basílica de Santa María de la Aurora, más conocida como la Seu, y que si la visitas verás que su interior tiene un gran parecido con la Basílica de Santa María del Mar de Barcelona, y es que ambas son obra del arquitecto Berenguer de Montagut. Desde allí se tienen unas bonitas vistas del Río Cardener y del Pont Vell, otro de los atractivos de Manresa.
Tras la visita a la ciudad, que tampoco te lleva demasiado tiempo ya que los puntos de interés están cerca, nos fuimos hasta Sitges, la que es probablemente la localidad más bonita de los alrededores de Barcelona gracias al conjunto formado por la Iglesia de San Bartolomé y Santa Tecla con su playa, lugar donde estuvimos descansando mientras los niños disfrutaba de la arena.
Después de comer y disfrutar de la playa de Sitges volvimos al hotel a descansar un rato antes de hacer la última gran visita de nuestro viaje a Barcelona.
Para ir hasta el Parc Güell utilizamos el coche ya que no es un lugar bien comunicado con transporte público. A unos 5 minutos andando se encuentra un parking que hace que sea más cómodo el acceso. Mientras llegamos allí disfrutamos del Barrio de Gracia, situado a los pies del parque y donde se encuentra la Casa Vicens, otra gran obra de Gaudí y que es además su primera creación modernista.
Llegamos al Parc Güell 20 minutos antes de la hora señalada pero aún así nos dejaron entrar. Por la tarde hay menos gente y el aforo no está completo. Y es que la mayoría de turistas lo visita por la mañana, suponemos que en medio de una gran riada de gente. Nosotros recomendamos hacerlo por la tarde porque además cuando te asomes a su mirador no te dará el sol de frente.
Durante bastante tiempo, y con más tranquilidad de la que esperaba al no haber aglomeraciones, pudimos disfrutar de la Sala Hipóstila, del Teatro Griego, de la Casa del Guarda y de la escalinata donde se encuentra la famosa salamandra que se ha convertido en símbolo de Barcelona y junto a la que todo el mundo quiere fotografiarse.
Tras la fantástica visita al Parc Güell volvimos al coche y nos dirigimos a la zona de la Torre Glories, otro de los símbolos de la ciudad, donde cenamos y dijimos adiós a Barcelona pensando en volver en otra ocasión para poder disfrutar de todo lo que no hemos podido.
Y es que nos hubiera encantado ir al Tibidabo o al Parque de la Ciudadela, entrar en la Casa Milá, el Palau Güell o el Palau de la Música Catalana o visitar muchos de los innumerables museos que se encuentran en Barcelona. Lo haremos en nuestra siguiente visita.
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